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J. M. Valle Alonso, o de cómo enseñar el Corazón
Subido en una balsa que el oleaje zarandea, mientras él busca la fe que
sobrevive.
POR EL ÚLTIMO ADÁN AUTOR Alfredo Pérez Alencart 23
DE JUNIO DE 2012
APROXIMACIÓN A CRISTO
El ser humano lleva vértigos dentro del cuerpo que contiene el alma. Por
ello, aunque por algún tiempo se deje llevar por veleidades, no por
siempre es renuente a ir vendando heridas e incorporando primicias de
tal rescate espiritual. El poeta no se disfraza de constelación: es Amor
constelado, órbita que no permanece dormida, plegaria que comienza en
Diciembre hasta que llega a decir:
Y la noche atropella las palabras,
y he desbocado el corazón del llanto…
Son versos del poeta José Antonio Valle Alonso (Villamor de los
Escuderos, Zamora, 1950), subido en una balsa que el oleaje zarandea,
mientras él busca la fe que sobrevive: se aferra tiernamente al Niño
Gran Rey cuando el desasosiego se cierra como un puño o hace cojear su
buen camino.
Tengo un amor, tengo un sueño,
tengo un dolor, una pena,
tengo el corazón lastrado,
tengo el alma que se aleja
y tengo en los ojos, tengo
una nube que me ciega.
El poeta asume los puñales de la existencia. No ablanda o enmascara sus
dudas: hay silencio voraz, perplejidad, impotencia que desnuca, mudo
corazón… pero también deseos de zurcir la lejanía. Y lo hace en dos
tiempos, en dos etapas de su vida: primero, reconociendo que no está a
punto para la llamada; y luego, ya hermanado en el eterno milagro de la
inocencia. Leamos este díptico:
AL DIOS NIÑO
Se está deshojando el día
y en el sombrío del alma
se me está helando la tarde
íntima de las palabras.
Hoy, esta vez, yo no puedo
llamarte; mi voz escarcha
se rompe por las paredes
de tu nombre de Ala blanca.
-Silencio en el corazón-.
He visto a unos ojos niños
vacíos que te llamaban,
que te llamaban...
PARA OLVIDAR LA HERIDA
Eclosión de sonrisas verdecidas
hilando la mañana de tus manos;
esperanza de amor, por amor danos
una flor del laurel a nuestras vidas.
Un racimo de estrellas descendidas
hasta el volcán dormido en los arcanos.
Y trocar en palomas los milanos
que devoran las almas encendidas.
Y hasta al silencio quieto de las cosas
reparte tu niñez. Y hasta en las rosas
si puede ser aún más, más hermosura
para olvidar la herida en el costado,
y a cada paso de dolor sumado
podamos despertar a la ternura.
[imagen GRANDE] Su obra poética marcaba esa dualidad, propia de las
camisas de fuerza cotidianas, pero también propias de quien desea
liberarse de una montaña de leyes y prejuicios. Por ello su testimonio
lírico es veraz: y es que poesía y vida van juntas, sin necesidad de
artificios.
Veamos algunas perlas o palabras que más se encuentran en esa poesía
primera: Alma (“El alma se ha asomado a la ventana.”); sueño (“Sigo,
Señor, soñando con un lazo,/ que enlace tanto amor y tan disperso…”);
silencio (“Tengo las manos llenas de silencio.”); tristeza (“Y a
cuestas, siempre a cuestas la tristeza.”); ausencia (“…tu ausencia
escondida entre las sombras.”); espera (“Y estás ayer y siempre, mi
Dios, donde te espero.”); Amor (“sembraré un camino de amor por los
linderos”); llamado o invocación (“Y han vuelto a mí, todos los vientos
locos,/ todos los vientos locos y te llamo.”).
Ahora, ya reencontrado en el Amado galileo, no tiene rubor en dejar bien
claro el Estatuto de su alianza: “Mi relación con Jesucristo la siento
en el Amor de toda la vida en todo. En todo siento su presencia”. Desde
la edición de 2006 Valle Alonso participa activamente en el encuentro
“Los poetas y Dios”, que organiza la Asociación Cultural Evangélica
Eduardo Turral, en el pueblo leonés de Toral de los Guzmanes. Allí hemos
mantenido tertulias con otros poetas cristianos, pero también charlas
‘bilaterales’ que tan bien tonifican el espíritu. Ante una pregunta mía,
sobre cuándo de cristianismo percibe en el día a día de la sociedad
española, José Antonio me dijo: “Pues la verdad, percibo muchas lagunas
en la fe a Jesucristo. Nuestra sociedad pasa muy de prisa sin saber por
qué caminos ni hacia dónde. Vivimos la ceguera del hombre en la más
absoluta desidia. Es una pena”.
EXCELENTE POESÍA A DIOS DEDICADA
De la vieja Castilla es este escritor al que mucho aprecio, no sólo por
esa humildad que lleva la luz adecuada, sino también porque gesta una
poesía que eleva las posibilidades del sentimiento. Valle Alonso es un
zamorano ya ‘valladolizado’, no sin antes haber vivido largos años en
París. Él ha venido hilando sus versos con paciencia y ahora, en su
mejor madurez lírica, los acopia para que aprendamos, entre otras cosas,
la difícil técnica del soneto y, lo que yo más valoro, el temple de la
fe que no se desvanece tras el fervor y la loa grandilocuente. Les
expongo tres sonetos dignos de la mejor antología de poesía a Dios
dedicada.
HAZME BUENO
Hazme bueno, mi Dios, que no me aparte
de tu mano tendida de ternura
en esa noche interminable, oscura,
donde a la parca vi desafiarte.
Tengo miedo, mi Dios, de no encontrarte
si la vida me engancha y me tortura
y la sangre me enciende la locura
de caminar sin Ti, a cualquier parte.
Que mis ojos se cieguen y el camino
lo haga sin tu amor, y que el destino
me dé la soledad, y desamado
yerre en mis pasos sin hallar tus ojos.
…Cuando al final te lleguen los despojos,
abraza mi dolor y mi pecado.
NIEVA EN MI CORAZÓN
Nieva en mi corazón, y la alborada
va cuajando pupilas cielo a cielo.
Palomar del amor, amor en vuelo
revolando en mis ojos tu llegada.
Diciembre en el portal, de madrugada,
con la esperanza en flor mientras desvelo
el sueño recostándose en mi anhelo,
y el alma, siempre el alma desvelada.
Nieva en mi corazón, y la alegría
aletea en el pecho y crece el día
hasta el azul inmenso, inmaculado.
Una hoguera de abrazos encendidos
brota en mi corazón; son los latidos
campanadas de Dios en el costado.
NO IMPORTA, SEÑOR…
No importa demasiado si la queja
se suicida en mi huerto cada día.
No importa si te llamo y no respondes.
A veces me conformo con la curva
que me sale a deshora en el camino.
He crecido en un páramo de ausencias
y he madrugado la razón de amarte.
Me sabe todo a ti desde la aurora.
Me sabe todo a ti desde la nada
y aletea en el árbol de mi pecho
encendido el amor, volcanizado,
donde vive sin ti, contigo siempre.
Esta vida no deja de morirme.
Y tanta luz para buscar la noche.
[imagen TOP PORTADA]
A MODO DE EPÍLOGO
Magnífico poeta y magnífica persona (unidad no tan usual como se cree),
Valle Alonso merece salir del eclipse o velamen impuesto sobre aquellos
que se permiten respirar lo eterno y seguir el camino poblado de
infinitos y del Verbo que no enmudece.
Yo lo aplaudo sin ambages. Y admiro la poderosa seda de sus palabras. Él
tiene entre sus ancestros poéticos preferidos a aquellos “del Amor
sangrando el alma”, como Garcilaso de la Vega, San Juan de la Cruz,
Claudio Rodríguez, Andrés Quintanilla, entre otros.
Entre sus poemarios publicados podemos destacar: Luz y tinieblas (1976);
Marchito rosal (1979); La soledad (1987); Hacia la luz desnuda (1994);
Primavera íntima (1997); Bajo el puente de Cronos (1999); La espiral del
sueño (2006), El color de la fiebre (2011); Temblor de sombras (2011) y
Volcán de los deseos (2011). Ha obtenido numerosos premios y
reconocimientos, como el Premio Nacional de Poesía Jorge Manrique, el
Premio Nacional de Poesía del Ateneo de Valladolid o el XXVIII Premio
Internacional de Poesía “Justas Poéticas Castellanas”, por citar
algunos.
De él, y de los lectores de la buena poesía a Dios dedicada, me despido.
No sin antes ofrecerles un ‘postre’ exquisito:
PARA LLEGAR A TI
Hoy he amanecido cara al viento
llenando los caminos de campanas
para llegar a Ti.
Hoy se agrandan las albas de noviembre
ya en el horizonte hasta los ojos
para llegar a Ti.
Hoy revuelan las nubes las alturas,
algodones de besos la mañana
para llegar a Ti.
Hoy he buscado yo donde mi pecho
esta cita de amor acurrucada
para llegar a Ti.
Hoy tengo ardidos los labios,
dulce hoguera,
para llegar a Ti.
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Por El último Adán
Alfredo Pérez Alencart
Poesía
Valle Alonso
3
COMENTARIOS
Si quieres comentar o
Araceli Sagüillo
28/11/2012
02:14 h
3
José Antonio Valle Alonso es un poeta hecho de sueños, en esos sueños
descansa su voz, una voz serena siempre verdadera. En esta tierra
castellana está, precisamente, la respuesta a todos sus libros, en ellos
se encuentran versos blancos y sonetos perfectamente construidos, donde
afloran metáforas que sólo este poeta sabe transmitir. Poesía hecha al
sol y al viento, veredas que se asoman al asfalto y lo muerden. Poesía
clara donde se aprecia la sensibilidad profunda de este poeta.
Boris Rozas
19/07/2012
00:36 h
2
José Antonio es un grande, en todos los sentidos. Le tengo por amigo y
maestro, un ejemplo para los que venimos por detrás. La grandeza del
ciprés reside en su corazón perenne, eterno. Enhorabuena, Alfredo, y
enhorabuena, José Antonio. Tu poesía es luz y tiempo ganado. Lo dicho,
muy grande.
Juan Ángel Torres Rechy (Salamanca)
16/07/2012
01:33 h
1
La encarnación adánica de nuestro Alecart me recuerda una pintura al
óleo holandesa, ahumada, con un cruce de luces de cantos renanos, casi
imperceptible, amador del mundo como una nube en su regazo. Valle Alonso
parece un puñado de temblor de imperios. Una locura enhechizada. Un
paraje maravillosos e increado donde nuestro cordero liba la miel de su
espíritu. Una ventaba abierta a la región más transparente donde las
cavilaciones se pierden en el arrobo de la luz. No se podía esperar
menos de la mirada de Alencart, uno con el alma poética del vate
castellano.
Leer más: http://protestantedigital.com/magacin/12792/J_M_Valle_Alonso_o_de_como_ensentildear_el_Corazon
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