A MI MADRE, YA AL OTRO LADO DEL SUEÑO
Y a todas las madres amigas mías, que lo sois todas.
HE DE SALIR AL CAMPO OTRA VEZ , MADRE
Es el mes de las flores
y yo también he de coger un ramo;
pero no cultivadas para ofrenda.
He de salir al campo
como cuando era niño, ¿no te acuerdas?
La margarita pobre: la gamarza.
Amapolas sangrando.
Y esa flor amarilla,
pamplina me parece que es su nombre,
y es luz en los trigales
al remolino en brazos de la brisa.
Y otras flores al paso
completaban mi mano,
que con fervor de niño te ofrecía.
¡Qué alegrías, sin pinchos en el pecho!
El corazón de amor golpeó a prisa.
He de salir al campo otra vez, ¡madre!
Y he de llevar tu soledad, que es mía.
Y vamos a buscar las mismas flores;
¡Bueno, no! no las mismas.
Pero no importa, madre,
pues tu sonrisa sí, es tu sonrisa,
que florece de nuevo ante mis ojos.
Primavera de ti vuelve deprisa.
Que se aclara tu voz en mis oídos
y en mis pupilas prendes tus pupilas.
Y el manantial de ti se crece arroyo
por el barbecho encinta de mi vida.
Las márgenes regadas con tu ausencia,
senderos de tu huella siempre viva.
He de salir al campo otra vez, madre.
Es el mes del las flores: nuestra cita.
Y a todas las madres amigas mías, que lo sois todas.
HE DE SALIR AL CAMPO OTRA VEZ , MADRE
Es el mes de las flores
y yo también he de coger un ramo;
pero no cultivadas para ofrenda.
He de salir al campo
como cuando era niño, ¿no te acuerdas?
La margarita pobre: la gamarza.
Amapolas sangrando.
Y esa flor amarilla,
pamplina me parece que es su nombre,
y es luz en los trigales
al remolino en brazos de la brisa.
Y otras flores al paso
completaban mi mano,
que con fervor de niño te ofrecía.
¡Qué alegrías, sin pinchos en el pecho!
El corazón de amor golpeó a prisa.
He de salir al campo otra vez, ¡madre!
Y he de llevar tu soledad, que es mía.
Y vamos a buscar las mismas flores;
¡Bueno, no! no las mismas.
Pero no importa, madre,
pues tu sonrisa sí, es tu sonrisa,
que florece de nuevo ante mis ojos.
Primavera de ti vuelve deprisa.
Que se aclara tu voz en mis oídos
y en mis pupilas prendes tus pupilas.
Y el manantial de ti se crece arroyo
por el barbecho encinta de mi vida.
Las márgenes regadas con tu ausencia,
senderos de tu huella siempre viva.
He de salir al campo otra vez, madre.
Es el mes del las flores: nuestra cita.